Análisis de Martin Wolf: Hay motivos para preocuparse por la inflación de EEUU
Tanto la política monetaria como la fiscal son, según los estándares históricos, tremendamente expansivas, mientras el creciente lobby por dinero barato y grandes déficits fiscales han debilitado los llamados a la prudencia.
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Financial Times. Traducido por Renato García J.
El salto en la inflación anual de precios al consumidor en Estados Unidos a 4,2% informado la semana pasada fue un shock. ¿Pero era una buena razón para entrar en pánico? Obviamente, no, ya que factores especiales pueden explicarlo. Era claro que iba a ser así: cuando la inflación comienza a subir, factores especiales siempre pueden explicarlo. Pero, en realidad, los grandes motivos de preocupación no son lo que está sucediendo en este momento, sino las fuerzas políticas en acción.
Naturalmente, las fuerzas económicas dan forma a esas posiciones políticas. Y estas fuerzas actualmente son bastante confusas. El inesperado gran salto en los precios al consumidor siguió a un informe de empleo sorpresivamente débil: el mes pasado, Estados Unidos agregó solo 266 mil puestos de trabajo, mientras que la tasa de desempleo subió a 6,1%. La explicación obvia es que se trata de una recuperación de una recesión sin precedentes, provocada no por la caída de la demanda sino por el cierre de la oferta.
Goldman Sachs señala que las causas próximas de ese salto se encuentran en los viajes y los servicios relacionados, donde los precios se están recuperando de los niveles deprimidos, y en algunos bienes, donde un aumento de la demanda posterior a la pandemia se ha topado con escases y cuellos de botella temporales.
Jason Furman, del Peterson Institute for International Economics, también señala que el empleo todavía estaba en abril 10 millones de plazas por debajo de su tendencia prepandemia, a pesar de que la tasa de vacantes fue más alta en febrero que en cualquier mes desde 2001. Una vez más, esto sugiere una persistente interrupción de la oferta laboral después de la pandemia. Un impacto sin precedentes inevitablemente hace que los datos sean difíciles de interpretar y el rendimiento difícil de predecir.
Esta incertidumbre se aplica también a los precios de las materias primas. Han aumentado, pero no son tan altos para los estándares históricos y están muy por debajo de los máximos pasados.
Mientras tanto, la "tasa de equilibrio", la diferencia entre el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidenses convencionales y los indexados a la inflación, ha aumentado considerablemente, aunque todavía llega a solo 2,5% en diez años. Esto indica un aumento en las expectativas de inflación y preocupación por los riesgos de inflación. John Authers, de Bloomberg, señala que los pronósticos de los consumidores y los analistas profesionales también han aumentado; los primeros esperan una inflación cercana a 6% y los segundos a 3% durante el próximo año.
Sería justo concluir que las expectativas de inflación están aumentando. Pero, a los niveles actuales, no afectarán tanto a la Reserva Federal, ya que, como dijo Jerome Powell, presidente de la Fed, en agosto pasado, buscará “lograr una inflación promedio de 2% en el tiempo. Por lo tanto, después de períodos en los que la inflación ha estado por debajo de 2%, la política monetaria adecuada probablemente apuntará a lograr una inflación moderadamente superior a 2% durante algún tiempo". Dado que la inflación ha estado por debajo de la meta en un total acumulado de cinco puntos porcentuales desde 2007, esto podría justificar, digamos, una inflación de 3% durante cinco años, antes de volver a 2%.
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Preocupación a largo plazo
Entonces, ¿debemos mantener la calma, sabiendo que el desempeño a corto plazo refleja la imprevisibilidad posterior a la pandemia, mientras que las expectativas de inflación en aumento son justo lo que ordenó la Fed? Sí, hasta cierto punto. La verdadera preocupación es más profunda y de más largo plazo.
En primer lugar, tanto la configuración de la política monetaria como la fiscal son, según los estándares históricos, tremendamente expansivas, con tasas de interés cercanas a cero, un crecimiento monetario excepcional y enormes déficits fiscales, aunque el FMI sugiere que la economía estadounidense operará por encima de su potencial este año.
En segundo lugar, hay una gran cantidad de ahorro privado que espera ser gastado y seguramente un gran deseo de volver a la vida normal. Quizás, estos no serán los “rugientes 2020”. Pero podrían ser mucho más dinámicos económicamente de lo que la mayoría supone.
En tercer lugar, aunque entiendo por qué la Fed cambió su marco monetario, no estoy convencido de que fuera una buena idea. Significa conducir mirando por el espejo retrovisor. Seguramente sería mejor aprender de la experiencia pasada cómo funciona la economía que tratar de compensar directamente los fracasos históricos. En particular, el nuevo marco crea incertidumbre sobre cómo la Fed pretende compensar los déficits pasados.
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El lobby del gasto
Cuarto y más importante, la política ha cambiado. Uno tendría que tener al menos 60 años para haber experimentado en su vida adulta una alta inflación y posterior desinflación. El gobierno y amplios sectores del mundo privado tienen enormes pasivos de deuda y planes de endeudamiento. La administración de Joe Biden está decidida a garantizar que esta recuperación no repita la decepción de la anterior. El mercado de valores tiene un precio más que generoso según los estándares históricos, con fenómenos de burbujas en todas partes. Las doctrinas de la “teoría monetaria moderna” también son muy influyentes. Todo esto en conjunto ha fortalecido los lobbies por dinero barato y grandes déficits fiscales, y debilitado los de la prudencia.
Dado todo lo anterior, las dudas sobre la Fed son razonables. Sabemos que políticamente es más fácil relajar que endurecer la política monetaria. En este momento, esto último va a ser particularmente impopular. Sin embargo, si un banco central no cierra el bar antes de que la fiesta se encienda, tiene que quitarles las bebidas a las personas cuando ya están alocadas. Eso es doloroso: hace falta un Paul Volcker.
Milton Friedman dijo que "la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario". Esto está mal: la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno político. La pregunta es si las sociedades quieren una inflación baja. Es razonable dudar de esto hoy. También es razonable dudar de que las fuerzas desinflacionarias de las últimas tres décadas actúen ahora con tanta intensidad. Es difícil creer que estas políticas monetarias de emergencia continúen durante años, como piensan muchos en la Fed. Dudo que deban continuar incluso ahora.